Luis Díaz-Trujillo
¿Crisis de credibilidad en la NFL?
Actualizado: 3 feb 2022
Esta semana, la primera de dos previas al Super Bowl LVI y al final de la temporada 2021, ha sido convulsa, por decir lo menos. Después de unos muy parejos juegos de campeonato de conferencia, que se decidieron por muy poco, incluso uno de ellos en tiempo extra, las noticias y el escándalo no se hicieron esperar.

Tom Brady anunció su retiro de la liga, comenzando su leyenda como el más grande de todos los tiempos, y justo cuando parecía que estaríamos hablando de su legado durante toda la semana, cayó la bomba.
La demanda de Brian Flores a la NFL, los New York Giants, los Miami Dolphins, los Denver Broncos y básicamente a quien corresponda, volvió a poner sal a una herida que por años ha permanecido abierta en la liga: el racismo sistemático e institucionalizado de los 32 equipos en el tema de la contratación de entrenadores y directivos. La regla Rooney que se adoptó en 2003, que indica que se debe entrevistar por igual a personas anglosajonas y a personas miembros de minorías, se convirtió en una simulación prácticamente desde su nacimiento.
Si nos remontamos casi una década atrás, con el caso de Colin Kaepernick y las protestas por la violencia racial, arrodillándose durante el himno de los Estados Unidos, el mundo se dio cuenta por fin de que la NFL es un universo muy cerrado, en el que si miras las fotografías y las semblanzas de cada uno de los treinta y un dueños de franquicias -no olvidar que los Green Bay Packers pertenecen a una colectividad-, todos parecen cortados con la misma tijera, todos comparten ciertas características únicas.
La NFL es un mundo aparte, sí, pues el pertenecer a ese selecto club es privilegio de solo unos cuantos. Por eso mismo, las familias y las fortunas que se pueden permitir poseer una franquicia de esta liga, tienden por naturaleza hacia el lado conservador de la sociedad, sin entrar en debates de geografía política, los dueños de los equipos de la NFL privilegian el mantenimiento del status quo, la mayoría son blancos anglosajones protestantes, y como tales, incluso los que no, como Shad Khan de los Jacksonville Jaguars, también tienen actitudes e ideas conservadoras.

No hay que olvidar, que en pleno escándalo Kaepernic, Bob McNair, el entonces propietario de los Houston Texans dijo, en una reunión de dueños, que “no había que permitir que los internos controlaran la prisión”, haciendo referencia a que no deberían dejar que los jugadores hicieran lo que quisieran, y aunque se disculpó públicamente, lo dicho no se puede desdecir. McNair murió en 2018 dejando a su esposa como propietaria y a su hijo Cal como cabeza de las operaciones generales del equipo. Sí, el mismo Cal McNair que en octubre del año pasado se refirió al virus causante del Covid19 como “virus chino”, siendo insensible y racista, cómo no podría ser de otra manera. Por supuesto, también se disculpó, pero de nuevo, lo dicho, dicho está.

Los escándalos de la semana no pararon ahí, pues aprovechando que el Washington Football Team anunció que, a partir de la temporada NFL 2022, serán conocidos como los Washington Commanders; nuevos reportes dan testimonio de la cultura tóxica al interior del equipo, tanto en casos de acoso sexual como en tocamientos inapropiados y difusión de videos íntimos de porristas y otras empleadas administrativas. Tales acusaciones alcanzan al mismo dueño, Daniel Snyder.
Todo parece indicar que esto es solamente la punta del iceberg, y ya veremos si la NFL da un golpe de timón ante la resistencia de las viejas conciencias, encarnadas en los propietarios de los equipos. Que si permanecen en el lugar de privilegio en el que están, es porque la base de fanáticos del deporte y de la liga, sobre todo en Estados Unidos, comparte la misma identidad y los mismos valores: son blancos anglosajones protestantes, muy religiosos y muy conservadores, poco tolerantes al cambio y a nuevas formas de pensar y de comunicar.
Todo lo anterior se opone diametralmente a los grandes esfuerzos de comunicación que la liga ha hecho con el fin de acercar el deporte y el producto a nuevas generaciones, más abiertas al cambio y más receptivas a aceptar ideas y conceptos más adecuados al tiempo en el que vivimos. Estamos ante una total apertura a la inclusión y ante un repudio a ideas anquilosadas. Los tiempos cambian y las sociedades también. Y es momento de que desde dentro de la NFL se genere un cambio que pueda significar más y mejores oportunidades para todos, y por supuesto, más y mejores negocios que le dejen a los propietarios más y mejores ganancias.
Si esto se logra, al menos en un mediano plazo, el sacrificio de gente como Colin Kaepernick y Brian Flores, quienes estuvieron dispuestos a dejar sus carreras en aras de un cambio favorable para la liga y el deporte que aman, habra valido la pena.